Cuando mi padre instaló el comercio de Ramos Generales “CASA ROBAINA”, poco a poco, se fue haciendo de grandes amigos, que día a día, le regalaban un valor espiritual tan grande, que a pesar de las enormes diferencias que habían entre los hombres que allí llegaban, sus largas conversaciones y actos morales que exhibían, homogeneizaban un epílogo de paz, de amistad, de respeto y de hermandad…

Tanto mi padre, como mi madre, provenían del medio rural.-

Los dos habían calzado tamangos de cuero de vacuno, habían andado a caballo, habían participado en las aradas de las chacras y por si fuera poco, habían luchado a brazo partido, sacudiendo latas, quemando trastos viejos y armando cualquier tipo de barullo, con el fin de espantar la langosta saltona. Verdadero azote, que donde lograba descender desde las nubes que formaban, arrasaba con el cultivo que se le cruzara por delante.-

Mi padre, había sido ocasionalmente, carrero de carreta con bueyes, arador, tropero, peón de campo de VIDARTE y de Estanislao BRUN, chacrero y por último, esquilador de “tijera a martillo” en la comparsa de don Gregorio LEMOS, que vivía en la Costa del Sarandí Chico, en el Rincón de Ramírez. . .

Siendo un joven de 16 años, se vino de campaña y entró a trabajar de dependiente en el comercio de ZITO HERMANOS (dos gringos, hijos del italiano Roque ZITO), ubicado físicamente, donde hoy resido y allí, a fuerza de voluntad, tesón, observar y escuchar mucho a gente que sabía más que él, se labró un futuro más que promisorio. Que continuó cuando puso comercio por cuenta propia, comprando “LA CASA DE LOS ROBAINA” e independizándose de los ZITO y de los DUCATELLI, con los cuales también había trabajado en el Dragón.-

A mi padre le encantaba leer (por eso creó en mí ese hábito, casi un vicio), recitaba de memoria fragmentos del libro “TABARE” y se daba maña para todo, porque material que caía en sus manos, lo largaba totalmente transformado. Hacía plomadas, empatillos, labraba astas de vacunos, hasta hacer cucharas para la yerba, trabajaba de electricista, algo de mecánico, gran tirador con rifle y con revólver, sabía aplicar inyectables en humanos, en vacunos y en equinos, tiraba el lazo como el mejor,  sabía carnear, sabía manejar las legendarias FORD T, sabía dormir un trompo en la uña del pulgar, etc. Ni les hablo, cuando de bailar tangos se trataba. Y en la década del 30, había jugado varios años como puntero izquierdo del Vergarense, hasta que el casamiento y una lesión en los meniscos, lo terminaron radiando de la práctica activa del fútbol.-

Para mí, fue un adelantado para su tiempo y su alma buena, resuelta y caritativa, fue el espejo en que tuve la enorme dicha de mirarme y a él, le debo todo lo que soy.-

Así pues, mi casa, fue frecuentada por estancieros, carreros, esquiladores, troperos, peones de estancia, viajeros de comercio, lavanderas, vencedoras, amas de casa y un lote de viejos que día a día, se reunían en el interior del comercio, a comentar sucedidos, leyendas, historias antiguas, que sumadas por miles, a veces, dejaban en su entramado, verdades más que dudosas…

Ese fue mi entorno primero.-

A él, le debo mucho, máxime que recién comenzaba con mis primeras letras en la escuela y observaba y tomaba nota en la memoria, de todo o de gran parte, de lo que oía contar. Junto a la escuela primaria, esa fue la “escuela de la vida”, que me dejó muchas cosas gratas, con el atributo de poder narrar lo que allí acontecía y con la enorme tranquilidad de conciencia, de que los personajes que transitan estas páginas, no quedarán olvidados, por más que muchas de sus tumbas, no tengan ni un mínimo epitafio.-

Las letras, los rescatan desde el olvido y vuelven a transitar estas mismas calles. Y vuelven a reunirse en la “CASA DE LOS ROBAINA”. Y vuelven a ser: “Pepe” VERGARA, Ventura, Vifredo, y Roberto ROBAINA, José y “Minguito” SCARANO, el “Coco” y el “Hijo” CORREA, Carmelo BARBOZA, Belarmino SILVERA, Raúl ARNAUD, “Loló” LUCAS, Cesáreo SARAVIA, don Fructuoso LEDESMA, Gabriel RODRIGUEZ ALONSO, “Rialito” GUERRA, don Román BRUN, Paulo ARAUJO, Bairo y “Gito” MACHADO, el “carnicero” PIÑEIRO, el “canario” MARTINEZ y muchos más, cuya lista sería interminable y el recuerdo agobiante.-

No me siento esclavo del pasado, pero recordando al poeta español Jorge MANRIQUE, me atrevo a decir junto con él, que siempre aquellas horas que se fueron, tuvieron la virtud enorme, de ser un poquito mejores… aunque duelan en el alma…