ALGO DE NUESTRA HISTORIA

La alarmante penetración brasileña en el Uruguay a través de la dilatada frontera preocupo a gobernantes orientales desde mediados del siglo XIX pues “se posesionaban en nuestras tierras, transformaban nuestro idioma y cambiaban nuestras costumbres”. En medio de este panorama llego a esta zona José Fernández Vergara. Había nacido donde se asienta el actual municipio de Cangussu en el estado de Rió Grande do Sul (Brasil). Hijo de José Vergara y Maria Fernández,

Durante el transcurso del 1800 la mayoría de estas tierras pertenecían a la Sra. Luisa Saravia quien vendió estas el 20 de diciembre de 1877 y de Enrique Da Rosa quien vendió el 18 de febrero de 1887 siendo el comprador José Fernández Vergara para la fundación y se afinco donde de ahí en más comenzaría en su mente y en los hechos a darle forma al pueblo. A este se le vio unido a Paula López, mujer con la que viviría hasta el final de sus días, tuvo con varios hijos Juan, Jacinto, Estefanía, Urbana y Isolina.

El fundador era amante de las carreras de caballos, las caballerizas eran lugar de reunión de vecinos.

En 1890, en pos de concretar sus sueños trajo al agrimensor Manuel Coronel para practicar la mensura y amanzanamiento así como la subdivisión del terreno para chacras, Vergara se integro a la vida del caserío y se convirtió en firme puntal para el progreso.

Realizo donaciones de terrenos para edificios públicos y plaza publicas, además de realizar hincapié en la enseñanza para elevar el nivel cultural.

CRÓNICA DE UN ADIÓS

El periódico La voz de Vergara en su Nº 105, de 8 de noviembre de 1906, realiza una semblanza póstuma del fundador.

“Lo conocimos veinte años ha, le tratamos íntimamente y en aquellos sus buenos tiempos, fue el padre de muchos menesterosos que vivían bajo su amparo y siguió siéndolo hasta que su muerte cerró sus ojos para siempre. Fue un hombre bueno para todos menos para el; su cuantiosa fortuna fue desapareciendo rápidamente entre mil descalabros y negocios desgraciados y murió casi indigente. La población de Vergara, procediendo con justicia debe recordar su nombre; tiene derecho a la consideración pública su memoria y merece honores su categoría de fundador del pueblo. Nada importa los detalles de su vida íntima; todo desaparece para dejar a descubierto al hombre progresista que en su esfera contribuyó al progreso nacional. Sus ideas al fundar este pueblo, no fueron ideas especulativas; ¿Cuántos pobladores encontraron las más grandes facilidades para hacerles propietarios? ¿Cuántos y cuantos nunca pagaron suficientemente los terrenos que le ofreció Don Yuca? La voz de Vergara, se honra al recordar al amigo muerto, pues este Director también tiene que agradecer por toda la vida, servicios que le fueron prestados por el bien anciano cuya desaparición eterna, tendremos siempre que lamentar”.